"Venimos de una pequeña isla, pero nuestra influencia es profunda".
Credit: Cuba One
En febrero de este año, un pequeño grupo de cubanoamericanos viajó al este de Cuba para explorar su herencia afrocubana y reflexionar sobre cuestiones de raza e identificación. Fue el primer viaje temático afrocubano para CubaOne, una organización sin fines de lucro con sede en Miami que fomenta las conexiones entre los jóvenes cubanoamericanos y sus familias y compañeros en la isla a través del viaje. Beyond Roots, una marca y movimiento con sede en La Habana que promueve la cultura e identidad afrocubanas, ayudó a organizar y seleccionar el programa. Los participantes disfrutaron de la cultura expansiva y la vasta belleza de Santiago de Cuba y Baracoa y tuvieron interacciones poderosas con miembros afrocubanos de la sociedad civil. Entrevistamos a Leilani Bruce, una orgullosa estadounidense cubano-jamaicana que participó en el viaje transformador.
¿Cuál es su relación con Cuba?
Cuba es como mi patria, no nací allí, es el lugar de nacimiento de mi madre y mi abuela. Cuba ha sido un lugar que tengo muy cerca de mi corazón, desde la primera vez que visité la isla de niña en 2002.
Soy una estadounidense caribeña de primera generación. Mi madre nació en La Habana, Cuba, y llegó con sus hermanos y mis abuelos con el éxodo del Mariel en 1980. Como muchos otros, dejaron toda una vida atrás, pero nunca abandonaron sus raíces, costumbres o tradiciones. Mi abuela nutrió y cultivó mi relación con Cuba por que sólo habla español, sólo cocina y come comida cubana, y su marca de café preferida es La Llave.
Mis hermanos y yo visitamos la isla por primera vez con ella y mi abuelo en 2002 y fue la primera vez que volvían desde que se fueron en 1980. En ese viaje, siendo apenas una niña pude vivir libre y plenamente, sin preocupaciones en el mundo. Jugando a los escondidos a través de bloques, recogiendo y comiendo mamoncillos, guayabas y mangos, y sintiendo una relación familiar con cada visitante extraño. Mi abuela quería que conociéramos nuestra tierra natal, para sentir de primera mano el lugar donde vivió y construyó su familia.
Después de esa primera experiencia, viajamos a la isla durante muchos veranos, y cada vez que visitábamos Cuba se nos hacía más difícil volver a casa. Hoy llevo ese mismo sentimiento conmigo. Encuentro que cada vez que vuelvo, es tan difícil irse. Sí, hay lucha, sí, hay dolor, pero, sobre todo, hay resistencia, hay amor, y hay un hogar.
¿Qué te impulsó a solicitar el viaje de CubaOne al este de Cuba?
Conocí a CubaOne como organización hace algunos años y conocí a algunos ex alumnos, pero no fue hasta que escuché sobre el viaje temático afrocubano que decidí solicitarlo. Casi se sentía como si estuviera destinado a ser.
Sentía una fuerte conexión con mis raíces afrocubanas y afrocaribeñas, pero no era algo que hubiera explorado de manera intencional o a propósito en mis viajes a Cuba. Primero, la mayoría de mis viajes ocurrieron cuando era una niña, estaba jugando en las calles y experimentando la vida como cualquier niño cubano, pero no profundizaba en la historia y la cultura y aunque estaba haciendo o experimentando cosas de origen afrocubano todo el tiempo, no lo miraba ni pensaba en ello bajo ese prisma.
El viaje me pareció una oportunidad increíble no sólo para explorar una parte de la isla que nunca había visitado, sino también para profundizar en la cultura afrocubana desde una perspectiva histórica, para entender realmente el alcance de la influencia de la diáspora africana en Cuba, con otros cubano-americanos que compartían una identidad o conexión afrocubana común.
¿Cómo ha cambiado la comprensión de su herencia e identidad cubana desde que participó en el viaje?
Creo que lo más importante para mí fue poder conectarme realmente, discutir y tener conversaciones abiertas y sinceras sobre identidad, y lo que significa ser afrocubano, o afrolatino con personas que comparten esa misma experiencia. Viviendo en Miami, siempre he estado expuesta, y en ambientes con gente de orígenes diversos, sin embargo, para ser honesta, fuera de las conexiones familiares y los ídolos famosos, nunca conocí verdaderamente a ningún afro-cubano o afro-cubano-americano con los que compartí una experiencia común. El viaje estuvo cargado de vivencias perspicaces, reflexivas, y en general emocionantes. Fue muy agradable experimentar una parte de Cuba que era predominantemente negra, y orgullosa. Desde la historia religiosa al arte, a la música, fue realmente hermoso ver a una Afro-Cuba tan llena de vida, energía y amor propio.


